A lo largo de los años 60 y 70, la creciente liberación sexual femenina influyó notablemente en la moda. Surgieron nuevos estilos y las mujeres comenzaron a adoptar prendas inspiradas en la ropa masculina. En 1974, Bianca Jagger lució un esmoquin blanco de Halston en Studio 54, un look que recordaba al traje «Le Smoking» de Yves Saint Laurent de 1966. Esto marcó un punto de inflexión, ya que los pantalones ganaron aceptación tanto en entornos formales como profesionales.
Los trajes de pantalón evolucionaron, volviéndose menos ajustados y más prácticos. El personaje de Annie Hall, interpretado por Diane Keaton, popularizó la superposición de prendas masculinas en 1977, consolidando aún más la tendencia. Esto contrastaba con años anteriores, cuando los pantalones se consideraban principalmente ropa de casa. La incorporación de patrones atrevidos como el estampado animal y accesorios de lujo como abrigos de piel elevó estos estilos, añadiendo un toque de glamour.
El vestido cruzado representó el énfasis de la época en la libertad sexual femenina. El icónico vestido cruzado de Diane von Fürstenberg, lanzado en 1974, vendió más de cinco millones de unidades en solo dos años. Su versatilidad permitía a las mujeres pasar fácilmente del día a la noche. La propia Von Fürstenberg destacó la facilidad de uso del vestido, enfatizando su practicidad para la mujer moderna y empoderada. El vestido cruzado ofrecía un look profesional para la oficina y podía transformarse rápidamente para una salida nocturna con simples complementos como sandalias de tiras y joyas. Esta adaptabilidad lo convirtió en una prenda básica en el armario de las mujeres que compaginaban la vida profesional y social.
A medida que las mujeres se incorporaban a la fuerza laboral en mayor número, buscaban ropa que les proporcionara estilo y libertad de movimiento. Los pantalones y los vestidos cruzados se convirtieron en símbolos de esta nueva independencia. Hacia finales de la década, la comodidad tomó protagonismo. El auge del fitness prefiguró la aparición de la ropa deportiva como atuendo informal, allanando el camino para las tendencias de la moda de los años 80. La diseñadora Norma Kamali jugó un papel fundamental en este cambio, introduciendo elementos como sudaderas, faldas de vuelo, tops bandeau, monos, leotardos y leggings en la moda convencional. Estos estilos, originados a finales de los setenta, definirían el icónico look de los años 80.