El auge de la «moda rápida» ha llevado a un análisis crítico de su impacto ambiental y social. En respuesta, el movimiento de la moda sostenible promueve un enfoque más consciente del consumo y la creación de ropa. Un ejemplo popular es Me-Made-May, un reto de vestuario que fomenta el uso de prendas hechas a mano. Esto se alinea con los principios básicos de la moda sostenible, que enfatiza la calidad, la durabilidad y la producción ética. La moda sostenible busca construir una relación más sostenible entre los consumidores y su ropa.
Un concepto central de la moda sostenible es el rechazo a la industria de la moda rápida. El libro de Aja Barber, Consumed: The Need for Collective Change: Colonialism, Climate Change, and Consumerism, expone los efectos perjudiciales de la moda rápida, vinculando sus orígenes al colonialismo y destacando problemas como la contaminación, las prácticas laborales de explotación y la irresponsabilidad corporativa.
Barber divide su libro en dos partes: la primera explora las raíces históricas del problema en el colonialismo y el consumismo, mientras que la segunda ofrece soluciones prácticas para las personas que buscan generar un impacto positivo. Esta exploración profundiza la comprensión de la moda sostenible como un acto político, que desafía las desigualdades sistémicas y promueve el consumo ético.
Craft of Use: Post-Growth Fashion, de Kate Fletcher, ofrece otra perspectiva sobre la moda sostenible, cambiando el enfoque del consumo continuo al valor de usar, vestir y apreciar las prendas existentes. Fletcher combina historias personales con ensayos perspicaces para ilustrar la longevidad y la importancia emocional de la ropa.
A través de retratos y narrativas, Fletcher destaca cómo las prendas pueden trascender su valor material y convertirse en posesiones preciadas que se transmiten de generación en generación. Este énfasis en la calidad duradera de las prendas bien hechas resuena con los principios de la moda sostenible y su énfasis en la artesanía y la longevidad.
Las personas influyentes en las redes sociales también juegan un papel importante en la promoción de la moda sostenible y el estilo consciente. Izzy Manuel, conocida por su enfoque vibrante y lúdico de la moda, demuestra que la ropa sostenible puede ser divertida y expresiva.
Marcia Riddington, propietaria de una tienda de antigüedades, muestra el potencial creativo de la ropa reciclada y vintage, a menudo incorporando prendas cosidas a mano y tejidos en su estilo único. Su enfoque demuestra la versatilidad y la creatividad posibles dentro del movimiento de la moda sostenible.
La académica y costurera Shannon Flaherty, fundadora de @sewqueer, ofrece ejemplos prácticos de cómo incorporar prendas hechas a mano en el vestuario diario, demostrando la facilidad de uso y la versatilidad de la moda sostenible.